Antes de hablar de lo que
impide alcanzar el orgasmo, es necesario centrar nuestra atención en ciertos
aspectos muy importantes para la sexualidad. En nuestra cultura, desde que
somos niños y niñas, se da un trato confuso y diferente a nuestros genitales,
de hecho tan solo tienes que pensar en cuando aprendemos a nombrar las
diferentes partes del cuerpo, cada una la llama por su nombre la oreja, la
nariz, el brazo… pero ¿qué pasa cuando nos centramos en la zona genital? Pues
que en lugar de decir pene y vulva los genitales se les nombran de forma
diferente, con nombres más “vulgares”, o incluso a veces se omiten y
directamente no se nombran como si no existieran.
De hecho mi sospecha fue a
mayor hace unos años cuando comencé a leer un libro infantil de mi sobrina
sobre el cuerpo humano, bueno más bien sobre parte del cuerpo humano, porque de
los genitales no había ni rastro, entonces mi pregunta fue, ¿a caso los
genitales no forman parte de nuestro cuerpo? Pero la cosa no queda ahí, es más,
en los libros en los que aparecen los genitales, cuando miras los femeninos no
todos los dibujos incluyen el clítoris, como si este no formara parte de los
órganos femeninos. En definitiva en un gran número de libros educativos o no
aparecen o si lo hacen están incompletos.
Si a esta falta de información le
unimos la idea de suciedad que rodea a las zonas intimas, la reacción que conseguimos
es que muchas mujeres no quieran ni oír hablar de sus genitales y ni mucho
menos tocarlos. Todas estas cuestiones no facilitan una buena relación con
nuestros genitales, por ello es el caso de que muchas mujeres con anorgasmia no
saben cómo son sus genitales porque nunca los han mirado ni tocado.
Todas estas ideas o mitos sobre
los genitales femeninos, que hoy en día podemos encontrar en nuestra sociedad,
están detrás de las principales causas psicológicas que dan lugar a la
anorgasmia, e impiden que las mujeres puedan expresar su sexualidad libremente.
Más concretamente las causas
psicológicas más comunes por las que se produce la anorgasmia son:
Educación sexual inadecuada:
educadas en la resistencia y control para proteger su cuerpo de los hombres,
sin derecho a abandonarse al placer. Por sus mentes circula el mensaje “la
mujer que disfruta es ligera de cascos” o “solo debes dejarte sentir placer con un solo
hombre, aquel que cumpla los requisitos para ser tu hombre perfecto” si esta es
la educación sexual que han recibido se consigue que la mujer no quiera
experimentar con su sexualidad, más bien se sentirá tensa y quizás con un poco
de miedo.
Actitudes sexuales negativas:
actitudes negativas pueden ser pensar que no es adecuado fantasear y mucho
menos mientras estás manteniendo relaciones sexuales o que la masturbación es
solo para personas que no tienen pareja.
Baja autoestima: se consideran
mujeres poco atractivas y no están contentas con su cuerpo. No les gusta
mostrarse desnudas y a veces cuando lo hacen prefieren que sea con la luz
apagada, evitando que la pareja toque esa parte de su cuerpo que ella tanto
odia. Así es imposible disfrutar con tantas cosas en la cabeza.
Baja asertividad: la
asertividad es una habilidad social que te permite dar tu opinión sobre algo
respetando la opinión de los demás. Trasladado al campo de lo sexual sería una
incapacidad de la mujer a pedir aquello que necesita o le satisface
sexualmente. Se conforma con lo que su pareja le hace aunque no le resulte
agradable y utilice una técnica poco apropiada para darle placer. En algunos
casos se suele fingir el placer para no preocupar a la pareja y piense que lo
hace bien.
Escasa intimidad y comunicación
en la pareja: en una relación de pareja lo fundamental es la comunicación, es
la base para que la relación sexual fluya de forma adecuada. Si no hay
suficiente intimidad y adecuada comunicación, la mujer no se siente cómoda en
pareja y esto le impide abandonarse al placer. Si tienes una relación de pareja
conflictiva con elementos estresantes ajenos a la relación sexual, es imposible
disfrutar sexualmente.
Expectativas desmedidas hacia
la sexualidad: muchas mujeres piensan que a través de la penetración pueden
alcanzar grandes orgasmos tal y como ven en las películas. La vagina tiene poca
sensibilidad y es difícil conseguir orgasmos estimulando solo esta zona. Si su
idea de placer es esta es que no tienen las expectativas correctas. El órgano
sexual del placer femenino es el clítoris, cualquier estimulación sexual
acompañada de caricias en el clítoris puede ser muy placentera.
Pero como ya hemos comentado, aunque
la principal causa de la anorgasmia suele ser psicológica, también podemos
encontrarnos en nuestro organismo con problemas que imposibilitan la respuesta
orgásmica, ya que son muchas las alteraciones orgánicas que pueden interferir
en los mecanismos implicados en la respuesta del orgasmo.
Las causas orgánicas más
frecuentes son:
Alteraciones neurológicas: las lesiones medulares
interfieren en el orgasmo y también la excitación, dependiendo del nivel de la
lesión afectará de manera diferente.
Alteraciones metabólicas y endocrinas: la diabetes es una de
las patologías que más afecta a la respuesta sexual. en estos casos la
anorgasmia suele aparecer entre 4 y8 años después del diagnóstico y suele
comenzar con una disminución de la intensidad del orgasmo.
Drogas y fármacos: el alcoholismo altera la capacidad del
orgasmo en la mujer, bajando la intensidad y disminuye también la capacidad de
excitación. Entre los fármacos que más interfieren en la respuesta del orgasmo
están los antidepresivos.
En definitiva, tener dificultad
para abandonarse en los encuentro sexuales y no pensar en nada, solo en dar y
recibir placer, es algo muy difícil para aquellas mujeres con anorgasmia, pero
este hecho resulta aún mas preocupante, ya que sin abandono no hay placer y es
aquí donde aparece el sentimiento de frustración. Además, por otro lado, está
el hecho de que el orgasmo se ha convertido en la única finalidad de la
relación sexual, llegando a parecer esta una carrera de obstáculos que hay que
superar, en lugar de un encuentro sexual, lo que lo nos conlleva a no poder disfrutar
de nuestra sexualidad. En cambio, si lo que buscamos es poder disfrutar de
nuestras relaciones, debemos tener claro que pueden ser placenteras sin tener
que culminar obligatoriamente en un orgasmo.
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