TEMA DE LA SEMANA: LA MEMORIA

Cada 21 de septiembre se celebra el día mundial del Alzheimer y por ello esta semana en el apartado de psicología del blog voy a hablar sobre la memoria. Nuestra memoria guarda toda nuestra experiencia, los capítulos escritos de nuestra vida, todo lo que somos. Imagina lo que debe suponer que todo esto vaya desapareciendo poco a poco hasta tal punto de no reconocer a las personas que te han acompañado en tu camino vital. Cuidar tu memoria es fundamenta y esta semana quiero aportar mi granito de arena para enseñarte como es nuestra memoria y como mantenerla en forma. Como siempre espero que sea de vuestro interés.







De manera intuitiva imaginamos la memoria como una caja donde se van guardando imágenes como si fuesen fotográficas de las experiencias que consideramos importantes en nuestra vida, para reproducirlas después tal y como ocurrieron en su momento. Pero la memoria no es tan efectiva como un ordenador pero tampoco tan simple como un depósito.  La memoria hace algo más que guardar, también renueva los elementos que guarda con el fin de hacerlos coherentes con los cambios que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Sería algo así como el pegamento que mantiene unidas nuestras experiencias con los conocimientos que poseemos. De esta manera tenemos la sensación de continuidad en nuestro día a día aunque no siempre recordamos las cosa tal y como ocurrieron.

Si hiciéramos un recorrido sobre nuestra vida a través de la memoria descubriríamos lo que se conoce como la amnesia infantil o incapacidad que tenemos los adultos de recordar los primeros cuatro o cinco años de nuestra infancia. Si lo piensas ¿Cuál fue tu primer recuerdo? ¿En qué edad lo sitúas? Son muchas las personas que sitúan su primer recuerdo entre los tres años y medio y los cinco años. Aunque algunas aseguran recordar algún suceso anterior pero no están seguros de si es algo que realmente ocurrió o se trata de un recuerdo creado por los comentarios aportados en conversaciones con otras personas. A veces resulta difícil hacer una distinción.

Los recuerdos que guardamos de los episodios o las experiencias que vivimos y que situamos en el tiempo y lugares determinados forman la historia de nuestra vida, por eso a esta memoria se le conoce como memoria autobiográfica o memoria episódica, es la encargada de narrar los episodios de nuestra historia personal. Solemos retener a largo plazo y evocar con facilidad recuerdos de nuestra vida porque son claros y se refiere a situaciones concretas que podemos describir con palabras. Cuando recordamos y contamos lo que hemos hecho en las pasadas vacaciones de verano, el día en que te enamoraste por primera vez, los detalles de nuestro último cumpleaños o lo que cenamos la noche anterior estamos utilizando la memoria autobiográfica.

Cada uno de nosotros usa la memoria autobiográfica de forma diferente. Hay personas capaces de recordar rápidamente cualquier momento de su infancia, con una precisión y nitidez que te deja boquiabierto. En cambio, otras recuerdan detalles específicos del pasado con dificultad y cuando lo hacen, reproducen el ayer de forma general acordándose solo de elementos esenciales.

Pero la memoria no solo la usamos para recordar, ya que además de con nuestra experiencia también está relacionada con la capacidad para aprender cosas nuevas. El envejecimiento afectará a esta capacidad dependiendo tus antecedentes educativos y laborales y de la frecuencia con la que hayas practicado el aprendizaje a lo largo de tu vida. Si a lo largo de tu vida has sido y eres una persona con ganas de aprender y dedicando tiempo a ello, tu memoria estará bien entrenada y te resultará más fácil retener nueva información.

¿Cuándo empieza a fallar nuestra memoria?

Por lo general alrededor de los cuarenta años la mayoría de las personas empiezan a quejarse de que su memoria está perdiendo agilidad y descubren que ya no es lo eficaz que era.  Al mismo tiempo que vamos cumpliendo años perdemos capacidad para retener y evocar información y el rendimiento de la memoria decae con el tiempo. Y a pesar de que el deterioro da lugar a ciertos olvidos no hay grandes cambios en nuestro funcionamiento cotidiano, aunque suele resultar muy molesto. Cuando te propones hacer una serie de tareas pero la memoria te juega una mala pasada y olvidas algunas, suele ser un poco frustrante, ya se trate de algo no muy importante como comprar el pan de camino a casa u olvidar una cita con un amigo.


Cuando se cumplen los setenta años se suele recordar con mucha claridad sucesos que se vivieron hace bastantes años pero resulta más difícil evocar situaciones más recientes. Si tienes en tu entorno más cercano personas mayores seguramente habrás comprobado que constantemente están contando historias de su juventud, las travesuras de su infancia, todos los recuerdos de hace varias décadas. En cambio si le preguntas que hicieron el martes de la pasada semana quizá no lo recuerden. Esto ocurre porque la memoria autobiográfica del pasado lejano crece con los años. Al mismo tiempo que cumplimos años parece que el futuro no está tan lejano, el presente rápidamente se convierte en pasado y al ayer se le da más valor. Una prueba de ello es recordar los interminables veranos de cuando eras adolescente, esos tres meses de vacaciones parecían eternos. Pero ahora a mis 31 años los veranos parecen ser un periodo de tiempo mucho más corto que en mi adolescencia. Los meses son los mismos pero mi percepción del tiempo ha cambiado con los años.

Si no quieres que el paso de los años haga mella en tu memoria ponte las pilas y actívate. El cerebro es como un músculo, o lo usas y lo ejercitas o lo pierdes. Por ello, para no perder a ritmo rápido toda su capacidad y funcionalidad lo mejor es  ejercitarlo.

En el próximo post hablaremos sobre los olvidos más frecuentes, por qué se producen y os daré unos trucos para entrenar vuestra mente y así evitar estos olvidos.

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