Continuando con el tema de la semana hoy en el blog os sugiero unas ideas que os
ayudarán a hacer frente a situaciones conflictivas con los hijos y también para
resolver los conflictos más sencillos que os puedan surgir. Como siempre espero
que sea de vuestro interés.
Para solucionar un conflicto es necesario
llegar a un acuerdo sobre cuál será la mejor forma de resolverlo y para ello la
alternativa más adecuada es la negociación. Con ella se buscan soluciones que satisfagan
a los participantes y tengan en cuenta sus ideas, deseos y necesidades. A
continuación vamos a describir una serie de pasos que han de guiar la
negociación como estrategia para la resolución de conflictos.
Fases en la resolución de conflictos:
Paso 1:
Establecer las reglas básicas para la comunicación.
Escuchar es el primer paso y la mejor forma de
iniciar la resolución de un conflicto, ya que sólo así podremos entender cuáles
son las ideas, deseos y necesidades de la otra persona. Se recomienda que los
adultos dejen claro su deseo de hablar y buscar soluciones justas para todas
las personas implicadas en el conflicto. Lo primero que vamos a hacer es explicitar
las normas básicas que van a guiar el proceso de negociación. Es importante
hablar con respeto y no criticar o juzgar a la persona que está hablando.
Paso 2: Conocer y
comprender de los distintos puntos de vista.
Los
progenitores deben comenzar este segundo paso dejando claro cuál es el problema.
Después los hijos también darán su versión siendo muy importante que cada
persona intente concretar en qué consiste el problema y cómo se siente en esa
situación. No es recomendable extenderse mucho, siendo lo mejor utilizar palabras
claras y sencillas en frases cortas. Es recomendable tratar un problema muy concreto
más que problemas muy generales.
Paso 3: Definir posibles soluciones.
Se trata de proponer diversas soluciones
concretas que puedan ayudar a resolver el conflicto. Es importante que las
soluciones que se propongan sean beneficiosas para todas las personas
implicadas y no sólo para la persona que aporta la solución. Así conseguiréis
que la decisión final sea más fácil de alcanzar.
Paso 4: Negociar posibles soluciones.
En este paso se van a valorar
todas las soluciones propuestas entre todos los implicados en el conflicto. Es necesario
ir viendo una a una las posibles soluciones prestando atención a las ventajas e
inconvenientes que presentan cada una de ellas. Habrá que dedicar un tiempo suficiente a la negociación y procurar
encontrar distintas soluciones para un mismo problema.
Paso 5: Acuerdo.
Es la hora de ofrecer a los hijos una o varias
de las soluciones negociadas en el paso anterior y consultar si están de
acuerdo en adoptarla. En este paso es importante concretar de forma precisa y consensuada
cuáles van a ser las consecuencias si rompen el acuerdo. El no cumplimiento de
una norma debe conllevar consecuencias negativas, procurando que el adolescente
aprenda que incumplir el acuerdo tendrá consecuencias que deberá afrontar. Por
ejemplo, si no llega a casa a su hora el tiempo que llegue tarde se le
descontará de su próxima salida. Las consecuencias del incumplimiento deben
estar relacionadas con la norma no cumplida. Por eso de nada serviría si por
llegar tarde el castigo es no ver la televisión, no tiene nada que ver una cosa
con la otra.
Paso
6: Evaluación y seguimiento.
Una
vez que se establece una norma para resolver un conflicto, es necesario cada
cierto tiempo evaluar si el acuerdo se está cumpliendo. Consiste en que padres
y madres hagan un seguimiento para poder valorar los avances conseguidos y
corregir posibles errores que surjan. Este paso es tan importante como los
anteriores, ya que si no evaluamos cada cierto tiempo, no podremos saber si el
acuerdo ha funcionado de forma adecuada. La familia puede reunirse para hablar
sobre las conductas positivas que han aparecido tras la negociación, resaltando
los aspectos positivos y evitando emitir juicios de valor que puedan hacer que
alguien se sienta mal y provocar un nuevo conflicto.
Estos
pasos se pondrán en práctica ante situaciones que consideremos difíciles de
solucionar. Ante problemas más sencillos o con niños más pequeños existen otras
soluciones mucho más fáciles de llevar a cabo:
Jugar a cara o cruz: haremos uso de la suerte si en casa dos de nuestros
hijos quieren ver diferentes programas de televisión, jugar a juegos distintos
o pasar la tarde en distintos lugares. Se puede usar este juego para decidir qué
hacer, eso si la persona que pierda podrá elegir el plan para la próxima vez y
así evitamos que siempre gane el mismo y posibles enfados.
Olvidar: no siempre merece la pena preocuparse por ciertas situaciones. Si lo
que ha ocurrido no tiene mucha importancia significa que no es un motivo de
confrontación. Lo mejor en estos casos es olvidar y dejarlo pasar.
Marcharse: no todos los momentos son adecuados para resolver un problema y
por ello a veces lo mejor es tomarte un tiempo y resolver el problema en otro
momento más oportuno.
Dar la razón: si la equivocación ha sido tuya aprende a reconocer la propia
equivocación y ser capaces de dar la razón al otro. De esta forma estarás
enseñando a tus hijos a hacer lo mismo, no hay nada como predicar con el
ejemplo.
Pedir perdón: pedir perdón y enseñar a los niños a hacerlo y ser
conscientes de lo que han hecho mal.
Reírse: el sentido del humor también educa y no hay nada como reírse a
carcajadas para relajar el ambiente y las tensiones. Después de unas risas todo
se ve diferente.
En cada situación de
conflicto a la que os enfrentáis como padres y madres es necesario encontrar un
cierto equilibrio entre respetar al otro e imponer vuestro poder de padres. El diálogo
permite llegar a soluciones alternativas que salvaguarden los valores y la
estabilidad familiar.
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