Hoy en el blog acabamos el tema de la anorexia nerviosa ofreciendo una serie de ideas para saber cómo actuar ante este tipo de trastorno alimenticio. Como siempre espero que sea de vuestro interés.
Es necesario desarrollar
actuaciones encaminadas a eliminar la imposición social de modelos estéticos y
promover estilos de vida más saludables. Es fundamental acercarnos a la información
para abordar esta problemática y reflexionar sobre cuál puede ser nuestra
aportación personal como padre, madre, amigo o cualquier persona del entorno, para evitar estas situaciones.
Se suele decir que es mejor
prevenir que curar pero a veces a pesar de hacer todo lo que está en nuestra
mano para educar a los hijos se presentan dificultades y problemas. Cuando aparece
un caso de anorexia en una familia muchos padres y madres se culpan al pensar
que no han hecho las
Entender que nadie es causante
de estos trastornos y creer que no hay culpa en la familia sino interés por comprender qué
le pasa, y apoyo para conseguir la ayuda que necesita. Para ayudar en este
aspecto vemos una serie de consideraciones que son de utilidad:
Aprender
y enseñar a aceptar nuestro cuerpo tal y como es, con las diferencias y
características propias
En primer lugar tenemos que
saber que, cuando nacemos, tenemos un cuerpo que es particular de cada uno de
nosotros y trae implícitas unas características que heredamos de nuestra
familia, es lo que se llama la herencia genética. Esto es causa de que unas
tengamos los ojos azules o negros, seamos más bajas o más altas, etc. sin que podamos
hacer mucho para que estas características personales varíen.
Así, si por factores genéticos
tendemos a tener un peso que no coincide con el socialmente impuesto y nos
empeñamos en reducirlo, caeremos en la experimentación de todos los métodos que
vamos conociendo para este fin sin que los resultados sean los esperados y con
los consiguientes trastornos físicos y psicológicos que ello puede conllevar.
Aprender
y enseñar a conocer, cuidar y disfrutar de nuestro cuerpo proporcionándole una
alimentación y unos ejercicios físicos adecuados
• Aceptar las diferencias de
cada niño/a a la hora de comer respetando los gustos y posibilidades de cada
uno.
• Disfrutar de una alimentación
variada que incluya todo tipo de alimentos en cantidades suficientes, sin
excesos.
• Mantener horarios de comida
más o menos estables.
• No prohibir ningún alimento
ni caer en el error de etiquetarlos como buenos o malos.
• Comer en razón del hambre que
tengamos, sin que sea una obligación terminar los platos.
• Procurar comer en compañía y
en un ambiente relajado.
Lo aconsejable es mantener una
alimentación equilibrada donde no se excluya ningún alimento, ya que todos
tienen su función y su aporte es necesario. En principio, no hay motivos
suficientes para privarnos de determinados alimentos, sea cual sea nuestro
peso.
Nuestro cuerpo y nuestra mente
funcionan bien cuando hacemos, tres o cuatro comidas al día, sin saltarse
ninguna. De este modo el cerebro que es el encargado de que la distribución de
los alimentos sea correcta para el buen funcionamiento de cada órgano, recibe información
constante y adecuada para cumplir su misión.
Mientras que si lo sometemos a
cambios frecuentes, con dietas exageradas o periodos de ayunos largos etc.,
tiene que estar adaptándose a éstos para evitar que órganos importantes se
afecten y se producen oscilaciones del peso, además de las consecuencias que ya
se han referido.
Por todo ello hay que decir que
no es saludable someternos continuamente a dietas restrictivas para adelgazar,
pues ya hemos visto las consecuencias que la mala nutrición nos puede acarrear.
Realizar unos ejercicios
físicos adecuados a la etapa de la vida en la que estemos es una buena medida
para relajarnos, disfrutar de nuestro cuerpo y mantenernos sanas. Por ejemplo,
podemos simplemente pasear o practicar deporte en equipo, que además
enriquecerá nuestra relación con los demás, en vez de hacer ejercicios
agotadores con el único fin de mostrar una figura corporal que otras personas
han decidido que es la ideal.
Aprender
y enseñar a tener criterios y opiniones propias y a marcarnos metas realistas
que se puedan alcanzar sin que nos cueste la salud.
Aprender a ser personas
críticas con las cosas que el mundo exterior nos propone, e incluso nos impone,
como es el caso de las modas y la publicidad. ¿Es más feliz quién está
permanentemente comiendo como recomiendan las revistas y el sin fin de libros
dedicados a ello, o quién utiliza alimentos específicos para no engordar o que
pasa hambre o que hace ejercicios sin parar, para obtener un peso no compatible
con la salud?, ¿Por qué aceptamos este reto?.
Lo importante es lo que cada
cual piensa sobre sí misma: si pensamos que por tener una talla determinada
vamos a triunfar o a perder en la vida nos estaremos privando de desarrollar
las múltiples virtudes y cualidades con las que podríamos obtener logros
personales y que nos harían experimentar felicidad.
Partimos de la supuesta base de
que la felicidad y el éxito, dependen de los conocimientos que vamos
adquiriendo durante la vida para intentar desarrollar la profesión y las
aficiones que nos gustan, de la manera de cuidar de nosotras mismas, de cómo
nos alimentamos, nos vestimos y nos queremos, aceptando que tenemos nuestras
limitaciones y nuestras diferencias y que no podemos agradar a todo el mundo ni
acertar siempre que tomamos decisiones o que emprendemos un camino que creemos
cierto.
También depende de la capacidad
de relación con los demás y de la expresión de sentimientos y de opiniones;
recordemos que no hay ninguna razón para ocultar o avergonzarse de sentimientos
ni experiencias propias, y menos aún cuando éstas nos hacen daño.
Comunicar nuestros temores es
una buena forma de salir adelante con las dificultades que la vida entraña y de
prevenir riesgos mayores. Debatir estas cuestiones con otras personas de
nuestro entorno, nos ayudará a entender y enfrentar estas situaciones.
Resulta muy positivo charlar a
menudo con los hijos, escuchando y aceptando sus opiniones y gustos propios,
sin juzgar ni descalificar, para que nos hagan partícipes de sus sentimientos e
inquietudes y, de este modo, nos permitan ayudarles a desarrollar un sentido
crítico frente a los mensajes del mundo que les rodea. Las estimularemos para
que sigan el camino que han elegido a pesar de los riesgos de equivocarse o de
no contar con la aprobación de los demás.
Cuando detectemos signos de
excesiva preocupación por el peso y los alimentos y notemos cambios psicológicos
que hagan sospechar un trastorno de alimentación, no debemos dudar y pedir
ayuda, pues ellas por sí mismas difícilmente lo harán, y una vez que se ha instaurado
requiere la intervención profesional.
Fuente: Este texto ha sido extraído del cuaderno de salud número 9 publicado por el Instituto Andaluz de la Mujer donde encontraréis información sobre la anorexia y también de la bulimia.
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