Esta semana en el blog hablamos de sexualidad y el tema elegido es la
orientación del deseo sexual. Os explicaré las diferentes maneras de vivir el deseo sexual y las preferencias sexuales
existentes. Porque no hay una única sexualidad, existen varias sexualidades.
Como siempre espero que sea de vuestro interés y que os guste.
En una de las charlas sobre sexualidad que mantengo
con mis sobrinas, que están en plena adolescencia, salió el tema de la
orientación sexual. Me comentaban que no tenían claro que es ser heterosexual,
homosexual o bisexual. No penséis que esta duda solo la tienen los
adolescentes, muchas personas adultas también se lían con estos conceptos y si
hablamos de los mitos que los rodean ya es un verdadero lío.
Esto me hizo pensar en los cambios que sufre nuestro
cuerpo en la etapa de la adolescencia, son los responsables de que nos
relacionemos y comportemos con la personas de nuestro alrededor de manera
diferente a cuando éramos niños. Sobre todo es una época en la que aprendemos a
vivir nuestro cuerpo de forma diferente.
Si pensamos en todos los cambios por los que tenemos
que pasar podríamos resaltar los relacionados con la orientación sexual y los
sentimientos de contenido sexual. Es como si en la adolescencia la sexualidad
que nos acompaña desde que nacemos se activara y se hiciera más presente en
nuestra vida. Empiezas a notar que te sientes atraído por otra persona porque
siempre que la ves una emoción intensa recorre tu cuerpo y sientes deseo de acariciarla
y que te acaricie, deseos sexuales. Aparece la orientación sexual.
¿Qué es la orientación sexual?
Al hablar de orientación sexual nos referimos a la
clase de estímulo por el que vamos a sentirnos atraídos sexualmente y hacia el
cual se dirigen nuestros deseos sexuales. Es pensar en si te atraen las chicas,
los chicos o ambos y según hacia dónde dirijas tu deseo tu orientación sexual
será:
Heterosexual: te atraen sexualmente las
personas del otro sexo. Si eres un chico
heterosexual te atraen las chicas y si eres una chica heterosexual de atraen
los chicos.
Homosexual: te atraen sexualmente personas del mismo sexo. Si a una mujer le
atraen las mujeres se la llama lesbiana y gay cuando a un hombre le atraen los
hombres.
Bisexualidad: tu atracción sexual se
dirige tanto a personas de tu mismo sexo como a las del sexo contrario.
La orientación del deseo suele ser estable a lo
largo de nuestra vida, pero como dicen algunos expertos somos potencialmente
bisexuales, lo que significa que puedes ser heterosexual pero en un momento
determinado empezar a sentirte atraído o atraída por personas de tu mismo sexo.
Otras personas mantienen la misma orientación sexual a lo largo de toda su
vida.
La
heterosexualidad se ha considerado la orientación más válida en la sociedad, la
más normal o natural. Esta visión la tienen aquellas personas que consideran
que la sexualidad tiene como finalidad la reproducción humana y debe darse solo
entre un hombre y una mujer porque la naturaleza así lo ha querido.
En
cambio la homosexualidad ha sido considerada como una enfermedad mental y los
homosexuales se han visto como personas pervertidas y viciosas. Con este
pensamiento lo único que conseguimos es que las personas homosexuales se vean
anormales o raros y se sientan marginadas o
rechazadas.
La
homosexualidad ha existido siempre, no es una moda como algunas personas creen,
aunque no en todas las culturas y en todos los tiempos se ha visto de la misma
forma. En la Antigua Grecia y en Roma estaba bien valorado que los hombres
tuvieran relaciones íntimas con otros hombres, reservando las relaciones con
las mujeres solo para tener descendencia. En Roma, hubo una época que la
homosexualidad estaba regulada por la ley e incluso se aceptaba el matrimonio
entre dos mujeres o entre dos hombres, eso sí, en las clases altas. En este sentido se
discriminaba más a las mujeres porque se creía que la sexualidad estaba
presente en los hombres, así que ellas solo estaban para servir sexualmente al
hombre sin tener en cuenta su sexualidad que era inexistente. Una mujer no
disfrutaría sexualmente sin un hombre que le diera placer.
La
homosexualidad está rodeada de mitos que intentan explicar porque se da:
Mito
1: Malformaciones del feto, dificultades en el embarazo o en el parto, factores
genéticos y/o hormonales. Incluso se llegó a pensar que los hombres eran
homosexuales porque tenían el pene muy pequeño, y las mujeres lesbianas por tener
el clítoris demasiado grande.
Mito
2: Problemas psicológicos como sufrir malos tratos o una violación pueden
desencadenar tal odio hacia los hombres que la mujer se convierta en lesbiana.
Mito
3: Si los niños juegan solo con niñas y se visten de rosa serán homosexuales,
igual pasa con las niñas que juegan al fútbol o se comportan como los niños.
Mito
4: Las mujeres lesbianas quieren ser hombres porque se comportan muy masculinas
y los hombres gays quieren ser mujeres porque son afeminados.
Los
mitos son señal de falta de información, el no saber que las personas
homosexuales se enamoran o desean a otras de su mismo sexo exactamente por las
mismas causas que las personas heterosexuales se enamoran o desean a las del
otro sexo, no hay que buscar una causa diferente que lo explique.
Para
terminar el post de hoy me gustaría hacer una pequeña reflexión que nos ayudará
a aclarar nuestras ideas:
Las
personas se enamoran de otras personas, aman a otras personas y no a su sexo.
Por eso existen relaciones de pareja sanas, placenteras y satisfactorias
independientemente del sexo que tenga cada una. El respeto y el amor no
entienden de sexos.
Los
únicos tratamientos y terapias eficaces para las personas homosexuales son
aquellas que les ayudan a aceptar su orientación sexual y no las que intentan
convertirles en heterosexuales.
Es
necesario aprender a respetar las diferentes orientaciones sexuales porque
todas las personas tenemos derecho a expresar nuestros deseos sexuales. Si el
Papa Francisco piensa que los homosexuales son personas que tienen dones y
cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana, es una señal de que las cosas
están cambiando y la tolerancia empieza a estar presente. Ya era hora.
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