Hoy para terminar el tema de
los cambios durante la adolescencia vamos a ver los cambios emocionales, para
así poder comprender la montaña rusa de emociones que viven los adolescentes.
Como siempre espero que sea de vuestro interés.
Como ya hemos comentado en
otras ocasiones, la adolescencia es una etapa de inestabilidad emocional debido
a las descargas hormonales que se vierten en el organismo, aunque también puede
tener un origen psicológico. Son muchos los cambios a los que el adolescente
debe hacer frente y el primero de ellos es abandonar el cuerpo infantil, el rol
y la identidad de ser un niño o una niña para empezar a ser personas adultas.
Esto supone pasar de ser personas dependientes de los adultos a adquirir mayor
autonomía, independencia pero también responsabilidades.
En el periodo de tiempo que va
de la preadolescencia a la adolescencia se produce una caída emocional,
produciéndose una disminución de los momentos considerados felices y también
baja el sentimiento de orgullo y control que tienen sobre su vida. Esto no es
más que parte de la evolución que están viviendo. Es importante ir asumiendo
todos estos cambios, pero al ser muchos y en poco tiempo se les hace complicado
y su estado emocional se ve afectado por ello.
Es una época en la que pasan mucho
tiempo pensando en ellos mismos y comienzan a plantearse cómo será su futuro y
cómo pueden enfrentarse a él de la manera más exitosa posible. Muchos padres y
madres pensarán: “¿Qué mi hijo se preocupa por su futuro? ¡Pero si vive en su
mundo!”
Cuando lanzo esta idea en los
talleres de escuela de padres y madres algunos se suelen sorprender, porque la
principal queja que tienen sobre la adolescencia es la falta de atención e
interés hacia las responsabilidades que deben cumplir. Visto desde fuera puede
dar esa impresión, pero su mente por dentro está centrada en todos los cambios
que está atravesando. Esta actitud desde el punto de vista psicológico se ve
como una fachada, una defensa o vía de escape, pero realmente si piensan y les
preocupa su futuro.
Su mente está trabajando a un ritmo
frenético porque durante la adolescencia tendrán que tomar muchas decisiones
sobre cosas o situaciones que están viviendo por primera vez, todo es nuevo
para ellos y tienen que decidir cómo afrontar cada situación. Aunque no lo
parezca les preocupa el no ser capaces de alcanzar las metas que ellos mismos se
proponen o no cumplir con las expectativas que los adultos tienen sobre ellos.
Aprobar todo el curso, ser alguien popular en el instituto o tener muchos
amigos, demuestran que el plano social y académico son los aspectos más
relevantes ahora en su vida. Su preocupación se centra en no fracasar, pero
claro, todos sabemos que el éxito no está asegurado. Son muchas las ocasiones
en que las cosas no salen como deseamos o esperamos y llega la frustración, siendo
la adolescencia un periodo donde un pequeño fallo se vive como un gran fracaso.
El sentimiento de frustración
no es el único que se intensifica a estas edades, también el sentimiento de
vergüenza se hace más intenso en la adolescencia que en la etapa infantil.
Ahora son más conscientes de sí mismos y gastan mucho esfuerzo y energía en
tener una buena imagen no solo física sino también social. Su atención se
centra en ver qué efecto provoca en los demás e intentará evitar por todos los
medios hacer el ridículo, ser rechazado o fracasar. No hay etapa en la vida
donde estos tres sentimientos sean tan intensos como en la adolescencia y yo
por la experiencia que tengo con las adolescentes de mí alrededor, diría que se
experimenta el sentimiento de vergüenza de forma exageradamente intensa. El
simple hecho de dar un paseo solo sin compañía por la calle o ir a comprar al
supermercado, es algo bochornoso para un adolescente. No se le está exigiendo
gran cosa pero a ellos se les hace un mundo.
Pero al adolescente no es a la
única persona que afectan todos estos cambios, porque si lo piensas vive
rodeado de adultos y a estos también les llega algo, sobre todo los enfados en
casa. A veces ves como esa personita tan inocente explota y descarga tal
cantidad de tensión contra sus padres que no sabes ni de dónde viene ni cómo
actuar. Un típico comentario de padres y madres es “mi hijo se comporta de
forma diferente en casa que en la calle. Con nosotros es muy desagradable y con
los amigos esta siempre muy cariñoso y de buen humor” esto es así porque les
resulta más fácil descargar toda esa tensión en un ambiente conocido como es su
casa con su familia que ante personas más extrañas como pueden ser los amigos.
Ante estas situaciones lo mejor
es no perder los nervios como se suele decir y conservar la calma, porque si el
adolescente grita y el adulto le acompaña gritando aún más, la tensión va en aumento y no se resuelve
nada. Lo mejor es tener paciencia e intentar empatizar, ponernos en el lugar
del adolescente y expresar cómo nos hace sentir esa situación. Si conseguimos
no perder el control facilitaremos la comunicación y además le estamos
ofreciendo un modelo de expresión que le ayudará a aprender a gestionar sus
sentimientos y emociones. Es fundamental que el adolescente también se ponga en
el lugar del adulto e intente entender cómo te sientes cuando sin venir a
cuento te gritan y te hablan mal. La empatía relaja, consuela y anima, por eso
es el paso principal hacia una buena comunicación, que es lo que hace falta en
estos momentos de tensión.
Tener la capacidad de controlar
las emociones es una de las competencias más importantes para desarrollar una
vida plena en todos los ámbitos. Aprender a posponer nuestros deseos, es decir,
saber que si queremos algo y no podemos conseguirlo en ese momento no es motivo
suficiente para frustrarnos, es importante saber esperar. Ocurre lo mismo con
las emociones desagradables, si estamos enfadados no podemos pagarlo con las
personas que están a nuestro alrededor, ellos están para escucharte, ayudarte y
quererte pero antes es necesario que te calmes y controles tus emociones.
Como puedes ver la adolescencia
es una etapa donde los sentimientos están a flor de piel, todo lo que ocurre a
su alrededor les afecta y pueden entrar en un estado de tristeza o rabia por
cualquier cosa que desde el punto de vista adulto no tiene mayor importancia.
Es un tiempo de malestares, dudas, contradicciones y constantes cambios de
humor pudiendo estar de mal humor y en pocos minutos estar muy alegres o pasar
de la tristeza profunda a la alegría desbordada sin saber muy bien por qué.
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