LA ALQUIMIA: HABLAR DE SEXUALIDAD CON TUS HIJOS

Hoy en la alquimia hablamos sobre las hormonas sexuales, los cambios que estas producen y los ingredientes necesarios para afrontar con éxito estas conversaciones. Como siempre espero que os animéis a ser partícipes tanto del blog, como de mis propuestas.



Las hormonas sexuales son las sustancias que fabrican y segregan los ovarios en la mujer y los testículos en el hombre. El ovario produce estrógenos y gestágenos, mientras que el testículo produce andrógenos.

Las hormonas sexuales femeninas desempeñan una función vital en la preparación del aparato reproductor para la recepción del esperma y la implantación del óvulo fecundado, mientras que los andrógenos intervienen de manera fundamental en el desarrollo del aparato genital masculino. 


Los cambios anatómicos y fisiológicos que se producen en el organismo suelen ser progresivos, apareciendo en las chicas sobre los 10-11 años y en los chicos entre los 12-13 años. Es en la pubertad cuando se producen los principales cambios corporales debidos a la acción de las hormonas sexuales (testosterona, progesterona y estrógeno), aunque también influyen los aspectos genéticos individuales y la alimentación.

Entre los efectos más destacados de estas hormonas se encuentran la influencia de la testosterona en el deseo sexual, la irritabilidad, la agresividad y la dominancia; los estrógenos influyen sobre la inestabilidad emocional y los síntomas depresivos; y por último la progesterona y la oxitocina implicadas en la creación de vínculos afectivos.

No se trata de aprender todos estos nombres, simplemente es para que nos demos cuenta de que queramos o no los hijos crecen, sus cuerpos cambian y todo ello genera dudas que necesitan ser resueltas.
 

Por eso cuando pensamos en hablar de sexualidad la mayoría de las veces lo hacemos centrándonos en los adolescentes, quizá sea porque en esta edad empieza la revolución hormonal y comienzan a ser sexualmente activos. 

Un ingrediente muy importante, si queremos crear un clima de confianza y de comunicación positiva, es saber escuchar, atender a sus preguntas y responder con naturalidad, explicándoles lo que pensamos y por qué lo pensamos. La tolerancia y el respeto hacia sus ideas es algo fundamental, pero sobre todo no juzgarlos por ellas, aunque tengan puntos de vista distintos a los nuestros.

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