Cuando el hombre se excita el cerebro envía un mensaje al pene y se
produce la erección, que vista desde fuera podemos comprobar cómo el pene se
hace más grande y se levanta, pero en el interior se activa un gran mecanismo hidráulico.
Los cuerpos cavernosos se
llenan de sangre al dilatarse sus vasos sanguíneos, se hinchan ocupando todo el
espacio disponible y oprimiendo las venas de modo que la sangre no puede
circular debido a la tensión acumulada provocando que el pene se ponga duro. El
cuerpo esponjoso, aunque también se llena de sangre, no se endurece tanto para
poder liberar el semen en la eyaculación.
Los testículos pueden llegar a aumentar su tamaño hasta el doble y además ascienden casi desapareciendo bajo el pene, es como si se escondieran dentro del abdomen.
Cuando llega el momento de la
eyaculación los impulsos provocados por el orgasmo son los encargados de
expulsar el semen a través de la uretra. Luego todo se relaja, la sangre sigue
su camino y todo vuelve a su sitio.
Básicamente estos cambios se producen gracias al aporte sanguíneo que hay en esta zona del cuerpo y por la tensión que provoca esa sangre mientras está ahí. Por eso enfermedades como el colesterol o la hipertensión, relacionadas con el torrente sanguíneo, pueden presentar como síntomas la disfunción eréctil o bien ser su causante.
Normalmente este proceso suele
darse sin problema alguno si somos personas sanas, aunque a veces algunos
hombres se quejan de dolor en los testículos cuando están excitados durante un
largo rato. Esto tiene una explicación muy sencilla, si se alarga la excitación
y el hombre no eyacula la tensión generada por la sangre acumulada provoca
cierta molestia, pero esto se soluciona cuando el hombre llega al orgasmo
desapareciendo la tensión y el dolor.
Cada vez que tengas o tu pareja tenga una erección recuerda todo lo que hay detrás de esta, lo importante que es tomarse el tiempo necesario para excitarnos y estar sano para poder disfrutar.
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