Es posible soñar despierto y
las fantasías sexuales son una muestra de ello, podríamos decir que son sueños
de los cuales somos conscientes y dirigimos a nuestro antojo.
Las fantasías sexuales están presentes
desde la niñez y lo largo de toda nuestra
vida nos ayudan a combatir la rutina, provocar o potenciar la excitación
sexual, liberar nuestras tensiones internas y ensayar en nuestra imaginación
conductas que jamás llevaríamos a la práctica.
En la vida sexual, donde la
imaginación y la fantasía importan tanto como la realidad, las fantasías sexuales tienen un papel muy
importante. Gracias a la fantasía estimulamos y originamos prácticas sexuales
concretas, actuando en los momentos de más actividad sexual como generadores de
comportamientos sexuales satisfactorios y en los momentos de soledad nos
aportan satisfacción y bienestar en nuestra vida sexual.
Pero ¿qué nos aportan las
fantasías sexuales? Aumentan la confianza en nosotros mismos, dan salida a
sentimientos reprimidos, aumentan la excitación sexual. Según Masters y
Johnson, estas fantasías cumplen una serie de funciones:
·
Generar o potenciar la excitación sexual
·
Excitación sin riesgo
·
Alivio de la ansiedad
·
Un ensayo controlado
El tener una fantasía sexual no quiere decir que deseemos hacerla realidad. Algunas personas fantasean con hacer un trío, pero no la llevarían nunca a la práctica porque son incapaces de ver cómo su pareja disfruta con otra persona, por poner un ejemplo. Esta es una decisión muy personal que hay pensarla y analizarla antes de decidir pasar al plano de la realidad, dependiendo del tema de la fantasía. A veces se oponen a nuestros valores y creencias, pero podemos sacar mucho partido de ellas.
Las fantasías sexuales más
corrientes se encuentran entre las siguientes: experimentación, conquista,
cambio de pareja, sexualidad en grupo, violación, encuentros idílicos y
sadomasoquismo.
Hay para todos los gustos, ¿cuál es la tuya?.
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